Nuestro recorrido por Andalucía Parte 5: Cádiz y Tarifa

Cádiz fue nuestra última parada oficial en el viaje. Sabíamos que ya había pasado la temporada de playa, pero igual queríamos conocer esta ciudad costera, la cual nos habían recomendado visitar.

En esta ocasión volvimos a alquilar coche. Nuestro recorrido comenzó en la estación central de trenes de Sevilla (RENFE) donde estábamos programados para recoger el auto. Mi esposo, siendo tan precavido como es, había empacado el navegador de nuestro auto, así que no fue necesario alquilar uno por los dos días que lo tendríamos. Decidimos no hacer esta parte del recorrido en tren o bus puesto que queríamos parar en algunos pequeños pueblos entre Cádiz y Málaga, algo que se dificultaba con los horarios de los buses y que descubrimos no tenía muchas rutas de tren y requería demasiados cambios de estaciones.

Una vez más llegamos cerca a la hora del almuerzo (o de la comida para los españoles) y preguntamos a unos locales si nos podían recomendar un sitio. Nos dirigieron a la calle Plocia, y en particular al restaurante Atxuri, debo decir que fue una de las mejores recomendaciones que recibimos. El lugar es muy agradable y tiene una atención maravillosa, pero lo que más nos encanto fue su comida. Definitivamente un lugar para probar.

Cádiz es una ciudad costera muy bonita, parte de su arquitectura se parece a la de la ciudad de Cartagena, en el caribe Colombiano, sobretodo la parte del malecón con sus garitas para los guardas que cuidaban la ciudad de la llegada de piratas. Debido al poco tiempo que nos quedamos en la ciudad no alcanzamos a ver ninguno de sus reconocidos museos, pero logramos recorrer sus principales calles, ver algunos de los sitios históricos de la ciudad y también disfrutar de un maravilloso atardecer en el malecón.

Nos encantaría regresar, pero en temporada de playa y con un poco más de tiempo.


Luego de una maravillosa noche en Cádiz, seguimos nuestro camino de regreso a la ciudad donde comenzó nuestra maravillosa aventura Málaga.

Habíamos planeado meticulosamente nuestro recorrido, puesto que habíamos visto en el mapa algunos pueblos que nos parecían bonitos para parar y conocer, y así hacer nuestro viaje un poco menos tedioso y ver un poquito más del área costera. Pero como siempre, no todos los planes, por bien pensados que estén, se pueden llevar a cabo. Luego de salir de Cádiz, bajo un sol hermoso y resplandeciente, el cielo se empezó a llenar de nubes que no auguraban buen tiempo. Poco a poco vimos como el cielo se encapotaba y cambiaba los tonos azules y blancos por una mezcla de grises claros y oscuros. Luego empezó el vendaval, un aguacero que parecía como si alguien hubiese abierto una regadera, lejos se veían algunos rayos que iluminaban el horizonte y se escuchaba el retumbar de los truenos. Nuestra próxima parada planeada era Vejer de la Frontera, pero en vista de las condiciones climáticas decidimos seguir la ruta, pues no íbamos a disfrutar mucho caminando por este pueblo blanco.

Tuvimos la buena suerte de que antes de llegar a nuestra siguiente parada esperada, Tarifa, la tormenta empezaba a desaparecer, por lo que decidimos parar allí para comer y conocer este pueblo, situado en el punto más sur de la península Ibérica y la parte más angosta del estrecho de Gibraltar.

Tarifa tiene un casco histórico muy bonito con calles estrechas y empedradas que parecen perderse en una telaraña que poco a poco te lleva a diferentes plazas y lugares. Cerca al puerto se encuentra una antigua muralla de donde se puede apreciar, al otro lado del mar -o debería decir los mares ya que Tarifa se encuentra justo en el punto divisorio entre el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico- una maravillosa vista de la costa de Marruecos.

Nuestra visita fue corta, pues aún nos faltaba mucho camino por recorrer hasta llegar a Málaga, y las nubes volvían a amenazar con lluvia, por lo que decidimos que esta sería nuestra última parada.

Todos quedamos encantados con las ciudades Andaluces que conocimos y creo que regresaríamos con gusto. La comida, la gente, los lugares, todo en general fue maravilloso. Unas vacaciones familiares inolvidables que habrá que repetir en alguna ocasión.

Por ahora vienen nuevas aventuras en nuestra casa, ya les iré contando más detalles en las próximas entradas

Las estatuas de Scheveningen

La playa de Scheveningen queda ubicada en la localidad de La Haya (Holanda). Es una de las atracciones principales de la ciudad, reconocida por el lujoso hotel “Steigenberger Kurhaus ” y su larga playa de arena. Scheveningen ha sido inmortalizada por varios artistas Holandeses, entre ellos Vincent van Gogh, quien en 1882 peleó contra los elementos para plasmarla en uno de sus Oleos.

Steigenberger Kurhaus Hotel

Steigenberger Kurhaus Hotel

Abril es una época fría para visitar, el viento te roba todo el calor corporal que tienes, se mete por tu abrigo y te congela los dedos y la nariz. No hay nadie nadando en el agua, solo algunos surfistas ensayan su suerte en las olas que rompen contra la arena. En el boulevard, la mayoría de restaurantes están cerrados pues su época de mayor tráfico aún no ha empezado, los pocos locales abiertos están casi llenos y su clientela parece, en su mayoría, estar disfrutando de una bebida caliente, recobrando el calor que les ha robado el viento, y preparándose para continuar su recorrido por la playa, algunos quieren ir a observar la magnífica arquitectura del Hotel, otros simplemente quieren recorrer el pintoresco pueblo.

Boulevard de Scheveningen

Boulevard de Scheveningen

Scheveningen es un lugar popular para los deportes acuáticos y en el puerto se pueden observar a varios pescadores con sus cañas de pescar pacientemente esperando para atrapar algo; la marea esta fuerte, las olas rompen contra las maderas del muelle y yo me pregunto cuántos de ellos lograran pescar algo con este clima, pero a ninguno de ellos parece perturbarle el frio o el mar, solo esperan, revisan que la carnada sigue en el anzuelo, vuelven a lanzar la línea por el aire y vuelven a esperar.

Al continuar por el boulevard algo más llama la atención, un lugar mágico donde gigantes y ranas hacen parte del paisaje; un parque de esculturas donde el bronce se mezcla con la arena y hace parte de la arquitectura. El parque, llamado ‘SprookjesBeelden aan Zee’ (Esculturas de Cuentos de Hadas junto al mar), hace parte de la colección del museo ‘Beelden aan Zee’  (Esculturas junto al mar), y su entrada es gratuita.

Estatua de ’Beelden aan Zee’

Estatua de ’Beelden aan Zee’

Las Esculturas de Cuentos de Hadas junto al mar fueron creadas por el escultor Estadounidense Tom Otterness. Son una serie de muñecos caricaturescos, que representan diferentes cuentos de la literatura infantil como por ejemplo Hansel y Gretel, Gulliver, y Pinocchio; así como otros cuentos. Los niños corren entre las esculturas y se ríen de las graciosas facciones de los personajes, los adultos tratamos de identificar aquellas historias que conocemos de la infancia y todos nos asombramos por el tamaño de aquel gigante que come un pez en la mitad de la terraza. Cada grupo de esculturas es diferente y vale la pena tomarse unos momentos para ver cada escena.

Entre la magia de los cuentos empezó a caer la tarde, y la luz del crepúsculo lleno el ambiente de tonos morados y azules, la noche cae sobre Scheveningen y nosotros dejamo los gigantes y las ranas para regresar a la vida real.